Y yo estaba ahí en mi nube, con mis preocupaciones y mis dudas, con mi cabeza girando a mil por hora. Y vos estabas allá, tan libre, tan feliz y llamaste mi atención, alejando mis pensamientos. ¿Tendría preocupaciones? Me pregunté. Quién sabe.
Por algún motivo, del destino quizá, te había observado. No me equivocaba.
Te me acercaste tan sigiloso, tan cautivo, con tu mirada penetrante. Y yo no sacaba mi vista de tus ojos, de tus movimientos, firmes pero extraños. Mientras tanto, yo estaba dura como una roca, temía que te arrepintieras y te fueras, tan fácil como viniste. No sabía qué ibas a hacer, enrealidad lo presentía, pero no estaba acostumbrada a que mis presentimientos se llevaran a cabo. Pero sí esta vez, te acercaste de a poco, mirando para ambos lados, me mirabas, mirabas a un lado, al otro, me mirabas. Yo te seguía con mi mirada, y cuando ya no podía alcanzarte, muy despacio movía mi cabeza hacia tu figura, tan pequeña a comparación mia. Y no me había pasado algo así antes. Sentía que querías decirme algo, seguramente, me dejaste pensando, pero no en toda la bola de caos y preguntas sin respuesta que pensaba antes de conocerte, sino en otras cosas que no había pensado antes. ¿Esa era tu intención? Distraerme quizá. Pero ¿cómo lo sabías? Escuché por ahí que tenías un sexto sentido, ahora lo confirmo. Increible.
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